EN EL CLUB.

La risa de la pelirroja se volvía más insoportable. El lugar era bonito, buena gente, lindas mujeres, hombres finos, tragos caros, todo un sueño para un don Juan, lastima no ser uno de ellos. La noche pasaba como todas las noches en los cocteles finos de una ciudad pequeña, se hablaba de dinero, de nuevos negocios, de carros, la verdad yo solo sonreía y asentaba la cabeza, de vez en cuando me miraban y decían: ¿Cómo va el cine? Pero la verdad nadie me notaba, simples formalidades. Salí del club un momento temiendo dejar sola a la pelirroja que me acompañaba, una bella estudiante de psicología que se podría comparar con una puta cara, no estaba mal.

Salí al pórtico del club, saqué un cigarro de mi pantalón, lo metí en mi boca y miré para todos lados con actitud galanuda, pero recordé que nunca fui un galán. Una sonrisa escapo de mi boca, encendí el cigarro y me dediqué a ver los carros pasar. Una mujer joven pasó a mi lado y se detuvo frente a mí, era joven, quizá demasiado. Su cabello era liso y negro, su piel blanca como el marfil y llevaba un vestido del mismo color de su pelo y de mi alma que dejaba ver su bello cuerpo a la perfección. Me pidió un cigarro, su voz era seca y me miraba fijamente a los ojos. Me tenía hipnotizado o idiotizado, saqué mi cigarrera del pantalón, ella noto el bulto en mi pantalón del cual fue única culpable y sonrió. Mi rostro se ruborizó y traté de evitar mi mirada con la de ella. Abrí la cigarrera con nervios y le ofrecí el cigarro. Se acercó, puso su cara junto a la mía, agarró el cigarro tomándose su tiempo, susurró gracias acercando su boca a mi oreja. Éxtasis total. De la nada la nena acarició el bulto en mi entre pierna, sonrío y se alejó de mi mientras encendió el cigarro. Un gran suspiro salió de mi boca, observé como esa mujer se alejaba de mí, observé mi bulto y sonreí. Con calma recosté mi espalada contra la pared de la entrada al club, tiré al suelo la colilla de cigarrillo que acababa de fumarme como gangster barato, saqué otro cigarrillo, lo llevé a mi boca y lo encendí… Un momento de calma, mi celular sonó, era la pelirroja, llegó la hora. Era tiempo de fingir que nada había pasado.

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