Una queja de mi corazón.

Una guitarra de blues retumba en mis audífonos y como siempre veo pasar todo a mí alrededor. El reloj sigue rodando, los días y los meses avanzan, mientras yo, un muerto en vida que trata de dar una explicación a este mísero transcurrir sin sentido al que denomino vivir. Cada segundo se va y muere con el que llega, cada frase acá depositada pierde sentido al ser escrita. El recuerdo de un viejo amor retumba en mi cabeza y una rabia interna mezclada con un decadente existir agobian cada uno de mis sentidos. Olor a muerte, sabor a derrota, ver la triste realidad, sentir la soledad y solo escuchar mi doliente corazón, eso es toda mi vida. Ahora a pensar en que paso, como cada oportunidad de ser feliz se agota, es lo único que puedo escribir ¿Por qué razón? Las razones no importan para mí, tal vez estas nunca existieron y solo sea parte de mi destino ser un infeliz. Hace poco pensé que era mi oportunidad de reivindicarme con mi alma y volver a llamar al amor, pero… ¿Qué es el amor? No lo sé, un sentimiento, un valor o una maldición. Las dos primeras no lo creo y la última es la más acertada según mi experiencia. Una brisa de aire refresca mi espacio, el blues cada vez se vuelve más ácido y mi alma, si es que tengo, se oscurece más ¿Por qué escribir sobre el sufrir? Una pregunta que muchos me han hecho y que yo mismo me hago; eso sí, otra pregunta que tampoco me he querido responder. Solo diré que escribo por escribir y que moriré para ser olvidado, una misión de los que vinimos sin gracia alguna a este mundo abandonado por Dios. Una queja más depositada en este papel electrónico al que llamamos Word. Una queja más a este estúpido mundo en el que nunca desee nacer. Una queja que nunca trascenderá y que pasara desapercibida por la humanidad. Solo una queja y nada más. El blues sigue sonando, la vida sigue pasando y mi sufrimiento se agudiza cada vez más. Siento ganas de parar de escribir, pero mi deseo de desahogar lo que siento contra el mundo es mayor. Ahora trato de recordarlas a ellas, una por una, pero me es imposible. Cada recuerdo me carcome por dentro, pero mi masoquismo es mayor y entre más me duele mencionar sus nombres más lo hago. Unas lágrimas tratan de salir de mis ojos, pero no salen, tanto he llorado que se han secado, o tal vez nunca llore y por eso no tengo lágrimas. La verdad siempre lloro por dentro y sufro en silencio por miedo a expresar lo que siento, por temor a que me juzguen y por horror a aceptar que soy humano. El blues deja de sonar, y con él mis ganas de seguir escribiendo. Termino así de forma incompleta una queja más, una queja de bandoneón bluesera, solo una queja que hace mi corazón.

Comentarios

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Maryoh1889 dijo…
Al igual que la música... las configuraciones del tiempo, son asi, cada segundo que pasa es pasado desde el momento que inicia! el blues se mueve rapido, lento y melancolico dejando atras y siguiendo en movimientos... que pueden ser y no ser al mismo tiempo... en quejas marcadas al compás de la música

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