Corazón moribundo.


Un gran chorro de sangre salió de mi pecho. No fue una herida física lo que perforo mi corazón. Una mala vida me ha rodeado durante toda mi existencia como un bastardo y mísero ser humano. Ellas nunca regresaran. Cada una de ellas clavó en mi agobiado espíritu, y en mi alma desahuciada una daga que poco a poco fue acabando con tal vez lo que nunca pude llegar a ser.

Siento que muero por dentro. Una a una recuerdo a cada mujer que me hizo sentir vivo un segundo y me han hecho un desdichado toda una eternidad. Solo me queda la ilusión de que Satanás se apiade de mí, y me lleve junto a él, lejos de ese falso Dios que me odia. Solo aquí me encuentro observando lo que nuca sucedió. Cada recuerdo carcome un trozo más de los despojos de mi alma. Cada ilusión de ser feliz muere con la desdicha que cada amante me ha provocado.

La cama, mi eterna celestina es testigo de las heridas mortales de mi corazón. Ese corazón incompleto que nunca tuvo dueño, y que nunca latió con normalidad porque siempre estuvo maldito con el odio que desentraña el ser un mísero ser humano. La sangre brota por todas las perforaciones de un corazón ya sin vida desde su nacimiento. Cada instante muero con los recuerdos de las diosas furtivas que azotaron mi existencia. Un segundo pasa, pero para mí es una eternidad, cada latido me hace recordarlas, una por una, cada herida renace del infierno para atormentar mi triste destino.

Solo en casa, abatido por no ser lo que soy, y nunca ser lo que pude llegar a ser. Solo un hombre que vivió por vivir, y que morirá para ser olvidado. Aquel sujeto que entrego su felicidad por un instante del cuerpo de aquellas diosas malignas. Un hombre que vendió su alma al ser más cruel que la maldad conoció, al rey de la oscuridad, de la lujuria y del pecado: “la mujer”.

Muero por cada herida provocada, pero vivo para recordar que por más daño que tenga mi corazón, siempre buscare otra. Otro demonio que juegue con mis sentimientos, y se apodere de mí. Otra princesa vampira que desgarre fatalmente mi corazón, que manipule mis más oscuros temores. Solo viviere por esa mujer que ponga la estocada final a mi ya moribundo corazón.

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