¿No se porque escribí acerca de una flor? La verdad, no me gustan las flores, estas huelen a muerte... Desde chico siempre que siento eso olor siento cerca un cementerio. "I Don´t Wanna be Buried in a Pet cemetery."
Aquella flor.
Una flor resplandece en el jardín, es roja y bella, pero falsa como toda mujer que dijo que me amó. El día ha sido frío, y en la última semana no he dormido más de tres horas. A partir de hoy he tomado una simple decisión, no volveré ha pensar en ella. Una decisión imposible de lograr, solo me queda esperar sentado a que mi destino se cumpla. La rosa esta húmeda por el rocío de la noche que paso, y mi vida se esconde lentamente en las tinieblas. Un malestar juega en mi estomago, y sube a mi cabeza, ese mismo malestar que me acompaña desde que me di cuenta que nunca podre a llegar a ser más que un hombre, solo un hombre mísero y triste que se dejo vencer por el mal amor de infinidad de amantes de una noche. Una risa postiza adorna mi rostro, esa sonrisa elaborada con la cual siempre respondo cuando ella… Sí, siempre ella me lastima. El malestar se hace cada vez más fuerte y la decisión de no pensar más en aquella musa inspiradora se desvanece. Dalila… Un minuto sin mencionar su nombre, un nuevo record logrado sin que mi mente la recuerde. Desde mi ventana triste y loco, en la era falsa de la desinformación, solo veo aquella flor, que por más que me duela siempre me recuerda a ella. Una débil luz del sol aparece en el paisaje, y la madrugada desaparece poco a poco.
Decidí no mirar más por mi ventana, y decidí no pensar más en ella, pero se que esa decisión no la voy a cumplir. Me recosté en la cama y mire el techo. En mi mente pasan imágenes que me recuerdan los breves instantes de felicidad de mi vida. El sol brilla con más intensidad y mi soledad empieza recordarme su olor, su risa, y sus ojos. Me levanto de improvisto y trato de no mirar por la ventana y ver aquella flor. Mi único consuelo es pensar que tal vez algún día fui feliz y que ella si me amó. Me acerque el refrigerador y saque una cerveza, la bebí a toda prisa y observe de nuevo a aquella flor que resplandece en el jardín.
Aquella flor.
Una flor resplandece en el jardín, es roja y bella, pero falsa como toda mujer que dijo que me amó. El día ha sido frío, y en la última semana no he dormido más de tres horas. A partir de hoy he tomado una simple decisión, no volveré ha pensar en ella. Una decisión imposible de lograr, solo me queda esperar sentado a que mi destino se cumpla. La rosa esta húmeda por el rocío de la noche que paso, y mi vida se esconde lentamente en las tinieblas. Un malestar juega en mi estomago, y sube a mi cabeza, ese mismo malestar que me acompaña desde que me di cuenta que nunca podre a llegar a ser más que un hombre, solo un hombre mísero y triste que se dejo vencer por el mal amor de infinidad de amantes de una noche. Una risa postiza adorna mi rostro, esa sonrisa elaborada con la cual siempre respondo cuando ella… Sí, siempre ella me lastima. El malestar se hace cada vez más fuerte y la decisión de no pensar más en aquella musa inspiradora se desvanece. Dalila… Un minuto sin mencionar su nombre, un nuevo record logrado sin que mi mente la recuerde. Desde mi ventana triste y loco, en la era falsa de la desinformación, solo veo aquella flor, que por más que me duela siempre me recuerda a ella. Una débil luz del sol aparece en el paisaje, y la madrugada desaparece poco a poco.
Decidí no mirar más por mi ventana, y decidí no pensar más en ella, pero se que esa decisión no la voy a cumplir. Me recosté en la cama y mire el techo. En mi mente pasan imágenes que me recuerdan los breves instantes de felicidad de mi vida. El sol brilla con más intensidad y mi soledad empieza recordarme su olor, su risa, y sus ojos. Me levanto de improvisto y trato de no mirar por la ventana y ver aquella flor. Mi único consuelo es pensar que tal vez algún día fui feliz y que ella si me amó. Me acerque el refrigerador y saque una cerveza, la bebí a toda prisa y observe de nuevo a aquella flor que resplandece en el jardín.
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